Antecedentes históricos.
La
construcción hoy denominada “El Águila” y originalmente “La Quimera” fue
construida en el entorno de los años cuarenta del siglo pasado, como una
“folies du jardín” del promotor turístico Sr. Natalio Michelizzi y la Sra.
Marcela Benincampi de Lastreto.
En un
principio su emplazamiento distaba más de doscientos metros de la costa, y
suaves ondulaciones permitían el acceso a la playa sin la presencia de los
abruptos barrancos que hoy caracterizan su entorno.
Las obras se
componen de un acceso resguardado con características de túnel que accede
directamente a un salón principal en el cuerpo mismo del caprichoso volumen con
forma de águila. Además del salón principal existe un pequeño salón anexo,
servicios higiénicos y un acceso mediante escalera a la cabeza aventanada del
Águila donde se podía permanecer en un pequeño volado que invitaba a la
contemplación y la meditación.
Mediante una
puerta frontal se podía salir empleando una cómoda escalera a una gran terraza
con barandas laterales de mampostería que se iban ahusando conformando una
especie de cubierta de barco, que al frente tenía otra sala de estar de
confortables dimensiones. Todo el conjunto de la “proa” del barco remataba en
una figura que los lugareños llamaban “pico de delfín”, tal vez en alusión a
las por entonces habituales toninas que visitaban casi a diario la Bahía de
Santa Rosa.
Figura 1. Imagen antigua |
Innumerables
historias de piratas, contrabandistas, señales luminosas a barcos, etc.
mantuvieron siempre un manto de intriga sobre la razón de ser de esta original
construcción, tal vez por no poder creer que se trataba sólo de un anhelo
romántico y bucólico de un empresario que poseía la suficiente capacidad de
soñar que acompaña a los que persiguen un ideal.
El propio
desarrollo urbanístico de la zona, afectó de forma lapidaria el delicado
equilibrio costero y el movimiento de las arenas; interrumpiendo el circuito
del trasiego de arena hacia los arroyos cercanos y su devolución al mar.
Mediante la acción de las olas especialmente los días de temporal, la arena es
movida en su perfil de playa y los vientos la trasladan posteriormente hacia
los médanos que la devolverán lentamente con las sucesivas lluvias o en el caso
de llegar a los arroyos más cercanos, estos la devolverán al mar,
restableciendo el equilibrio costero.
La edificación
de construcciones, caminerías y demás servicios, interrumpió este equilibrio y
cada temporal daba cuenta de grandes cantidades de arena que luego no serían
devueltas en su lugar original, intentando encontrar un nuevo equilibrio en una
configuración costera que no significara grandes movimientos de arena. Esto le
costó a las playas de Atlántida y Villa Argentina un avance de doscientos
metros del mar sobre el albardón litoral. Y provocó otros fenómenos cercanos
que involucran hasta al Arroyo Pando.
Todo se agravó
con permisos otorgados por autoridades públicas para que empresas privadas
retiraran arena en la proximidades de la Piedra Lisa, este retiro
indiscriminado de arenas aceleró el proceso de no reposición de arenas hasta
que los vecinos organizados, lograron la supresión de estos permisos y con gran
esfuerzo lograron la construcción de los espigones de Playa Mansa, que sin ser
la mejor solución, amortiguaron el avance del mar.
Sin embargo ya
estaba inexorablemente signado el destino de “La Quimera”, las aguas habían
avanzado hasta la base misma de la “proa del barco” y sus cimientos se exponían
amenazantemente, hasta que un aciago día de julio de 1982, el embate de las
olas hizo caer casi la mitad de la cubierta y “La quimera” dejo de ser el
emblemático monumento que muchos afortunadamente alcanzamos a conocer.
Gracias a las
obras de colocación de gaviones en el contorno anterior del monumento se ha
logrado atemperar el accionar de las olas y los mismos han permitido rescatar
la construcción principal, aunque ya se denota un avance de la erosión en los
barrancos laterales por acción del mar y de las aguas de lluvia, con una
remarcable particularidad que más adelante se dirá en el capítulo
correspondiente al estudio del barranco.
Figura 2. Gaviones colocados frente al Águila. |
Situación edilicia de “El
Águila”.
Efectuada
inspección ocular pormenorizada en el edificio principal del
edificio-monumento, se deja constancia que no se realizaron pruebas
esclerométricas, ni radiográficas que serían necesarias para un informe más
acabado sobre este particular. Tan sólo se realizaron algunas pruebas de
percusión y lectura concienzuda de fisuras y grietas que puedan tener
significancia desde el punto de vista patológico estructural.
En principio
no se detectaron grandes signos de deterioro estructural. Existen innumerable
cantidad de fisuras en toda la extensión de la edificación pero salvo en un
caso no evidencian mecanismos de ruina.
Tunel de acceso: En
esta área no se manifiestan alteraciones estructurales, sólo es dable destacar
filtraciones de agua en un nivel que puede coincidir con la presencia de algún
elemento estructural de refuerzo, de todas formas no son de gran entidad y
aunque su solución no es sencilla no ponen en riesgo la estabilidad estructural
del conjunto.
En esta zona,
como en casi toda la obra se nota que fueron efectuadas tareas de mantenimiento
de factura regular, que no condicen con el nivel de ejecución de la mayoría de
los trabajos originales, algunos de los cuales todavía son perceptibles.
Figura 3. Estado actual del “balais” sobre estucado original. |
Salón principal: En
esta zona no se evidencia falla estructural alguna, lo cual indica que el
sistema de fundaciones no fue afectado por el derrumbe de la parte delantera,
ni por la erosión pluvial ni humana a la que está permanentemente expuesto.
En charlas
efectuadas con el constructor Sr. Juan Torres, éste manifestó al suscrito que
el sistema estructural del cuerpo principal del Águila era independiente del
correspondiente al túnel y al “barco” y que estaba construido como un “bunker”
independiente con una considerable profundidad y pantallas de hormigón armado
continuas, sobre dichas pantallas se asienta el anclaje de las ménsulas que
soportan el “pico” del Águila” y que además éste estaba complementado por un
sistema de acartelamiento de seguridad, si bien un sistema de acartelamiento
anula parte de las virtudes de un volado y de alguna manera disminuye su
resistencia por tratarse de sistemas opuestos y no complementarios, no hay duda
que las cartelas disminuyen las solicitaciones a las cuales está expuesta la
ménsula principal, por lo tanto igual existe una colaboración entre ambos
sistemas.
Pico del Águila: Es este uno de los lugares más emblemáticos
del monumento y lugar preferido por los visitantes. Aquí se presentan dos
fisuras laterales en la baranda del “pico” que evidencian un mecanismo de
ruina, es decir movimientos que presagian una rotura, los mismos son muy poco
acentuados y aun no se complementan con una fisura o marca que los una a nivel
horizontal, esto último reflejaría una etapa más avanzada de la rotura. Por lo
tanto puede inducirse que la rotura está en su etapa inicial y no existen
indicios superficiales de riesgo en el breve plazo. De todas formas no es
recomendable exponer esta zona a grandes solicitaciones de forma de no acentuar
una mecánica de ruina que ya se encuentra iniciada, aunque reiteramos de una
entidad fuera de peligro.
Figura 4. Fisura de ruina en la terraza del pico del Águila. |
Resto de la terraza frontal:
Es el área sin mayores complicaciones estructurales, sólo evidenciando
necesidad de algunas reparaciones menores de solados y colocaciones de
elementos de seguridad en el sector derecho del monumento.
Recubrimiento pétreo:
Esta zona es la que realmente necesita urgentes reparaciones. Ya ocurrieron
fuertes desprendimientos en el pasado que obligaron a una gran reparación. En
la urgencia o falta de presupuesto la reparación se efectuó como forma de
subsanar males peores y fue de factura regular y casi sin tener en cuenta el
excelente trabajo artesanal realizado originalmente, ejecutado con piedras
graníticas de color azulado y basálticas de color ocre oscuro.
Hoy
posiblemente por haberse realizado el trabajo directamente sobre rellenos
apenas compactados y sin mallas de sujeción o en el mejor de los casos mallas
mal arriostradas, el recubrimiento presenta serias fisura que auguran un pronto
desplome.
Los
movimientos de grandes placas de recubrimiento exterior no son el resultado de
ajustes de posicionamiento de estas superficies, son líneas de rotura
superficial que sólo tiene como destino desprenderse en plazos que pueden ser
de años, meses o quizás semanas.
Se recomienda
evitar el tránsito humano de todo tipo sobre las piedras del recubrimiento en
forma inmediata de modo de evitar daños acelerados a la epidermis pétrea que
incluso pueden provocar daños personales que seguramente causarían graves
lesiones e incluso la muerte.
Figuras 5, 6 y 7. Fisuras, rajaduras y desprendimientos severos en el revestimiento pétreo exterior. |
Informe edafológico del
barranco:
Los barrancos
aledaños al monumento que han sido fuertemente afectados por el avance del mar,
dejan en evidencia su conformación edafológica, en este informe no se pretende
hacer un estudio geológico de antigüedad, desplazamientos, etc.
Dicha
conformación se compone de tres capas bien definidas que son: Una primera capa
de manto vegetal sobre un manto de arena compactada que responde a la dinámica
costera antigua cuando no existía una fijación dunar más que la propia de estos
ecosistemas, acacias, algunas gramíneas y escasísima vegetación tal como aún es
dable observar en zonas como la Playa Brava y mejor aún en Edén Rock y Las
Toscas, donde la orientación hacia el sudeste de estas playas han sufrido el
fenómeno de la urbanización pero manifestándose de otras formas que no son
objeto de este informe.
En esta
primera capa ocurren los procesos de escurrimientos de aguas pluviales que se
trasladan por superficie o en el encuentro con la segunda capa, dependiendo de
los grados de permeabilidad e infiltración de los sustratos e incluso de la
intensidad y duración de cada una de las lluvias.
Hemos notado
en los últimos tiempos que algunas soluciones que fueron implementadas para
conducir las aguas de lluvia hacia el mar por zonas que no produzcan mayores
erosiones han sido totalmente alteradas cuando no, eliminadas, por particulares
ya que las mismas involucraban tierras de su propiedad. En este sentido es
urgente estudiar un sistema de canalización de aguas pluviales, permitiendo su
llegada al mar por puntos que no provoquen grandes erosiones ni cárcavas que
colaboren con el deterioro del barranco.
La segunda
capa está compuesta de un manto arcilloso de carácter más impermeable pero aún
con mezcla de materiales corpusculares que como se aprecia claramente en las
fotos permite el traslado subterráneo a escasa profundidad de las aguas de
escurrimiento.
La tercera
capa está conformada por una arcilla de tipo gredoso de composición más laminar
y por tanto impermeable que conduce aguas de las napas freáticas. Aguas que
provienen de puntos de acumulación superiores, tipo pequeñas lagunas o bañados
de las proximidades.
En épocas
pretéritas esta conducción de aguas no afectaba la composición del propio
barranco ya que los distintos mantos llegaban al sistema costero con suaves
ondulaciones. Hoy en día al verse interrumpido con un corte abrupto el suave
transcurrir de la loma, los distintos flujos acuíferos crean pequeñas
“cascadas” o derrames que afectan la composición superficial en forma lateral
de la propia capa que los conduce, aumentando la erosión del barranco.
Figura 8. Composición edafológica del barranco. Tres capas bien definidas. |
Figura 9. Daño provocado sobre la tercera capa por el agua que ella ayuda a desplazar. |
A pesar de la
importancia de la acción de las aguas pluviales superficiales y de
escurrimiento en el deterioro del barranco, el aspecto más importante de su
degradación, es: la actividad humana en su entorno.
Desde siempre
una “diversión” playera ha sido crear pequeñas “cavernas” en los frentes
expuestos de los barrancos, esta actividad, además de conllevar un enorme
riesgo de enterramiento para quien lo ejecuta, es tremendamente perjudicial
para el barranco ya que se altera sin posibilidad de recuperación su delicada
estructura de apoyo y a corto plazo vemos como el trabajo de la erosión pluvial
e incluso eólica completa el trabajo del autor inicial con un indefectible
desmoronamiento.
Otra tarea
humana perjudicial es la creación de caminos peatonales de acceso al barranco,
prácticamente en cualquier lugar, que luego se transforman en recorrido de
desagüe de las aguas pluviales y generan verdaderos trabajos de corte en los
barrancos.
Figura 10. Sendero de acceso peatonal, tipo escalada, que afecta hasta la integridad de los propios gaviones. Hoy momentáneamente evitado por el accionar de la O.N.G. “El Águila”. |
Esta tendencia
se ha visto menguada por la construcción de la escalera de madera en el margen
derecho del Águila que ha detenido un severo deterioro en ese lateral del
monumento, aunque el riego persiste y todavía es necesario eliminar el riesgo
potencial de desmoronamiento de forma definitiva con relleno por aluvión de
materiales arcillosos y su correspondiente manto gramíneo. Por ese motivo es
que la escalera al momento de su diseño, en ese sector se vuelca hacia el otro
costado de la cárcava, recostándose en zonas más protegidas por vegetación,
conjurando el riesgo de desmoronamiento lateral del monumento.
Una
consideración muy especial merece un hecho observable en la base del barranco a
la izquierda del monumento. En dicho sector se ha producido una suerte de
recomposición del barranco que ha frenado su deterioro, precisamente en el
lugar donde más atacaría el oleaje de los temporales, donde sin embargo hasta
se han desarrollado especies arbóreas que colaboran con la retención de arenas
y hasta con el escurrimiento de aguas pluviales.
Observando
sobre esta particular situación, se descubre que en esa base se encuentran los
restos de mampostería y hormigón producto del derrumbe de la parte delantera de
“La Quimera”, los escombros produjeron una suerte de barrera que contradice lo
afirmado en decenas de conferencias a las que hemos asistido y que aseguran que
los elementos “rígidos” en la superficie arenosa tienden a agravar los
fenómenos de erosión ya por el embate de las olas como por la acción del
viento.
Contra viento
y marea (valga la paradoja), estos escombros han protegido el sector más
vulnerable del edificio-monumento. En una suerte de interpretación romántica,
como la que dio origen a esta construcción, puede decirse que el “barco” y el
“delfín” se sacrificaron para salvaguardar la estructura principal de “El
Águila” y el tiempo y la naturaleza se aliaron y colaboraron con ellos. Esta
remarcada observación está hecha para tentar una línea de solución incluso
pensando en la recuperación del barranco basados en un hecho existente y digno
de mayor estudio.
Figura 11. Nótese la presencia de los escombros de “La Quimera” y la barrera protectora generada. |
Corolario y recomendaciones:
En lo
inmediato la estructura del monumento, no corre riesgo de colapso inminente por
fallas propias, excepto el recubrimiento pétreo externo que se recomienda
sustituir a la brevedad con asesoramiento técnico especializado y en lo posible
respetando el lenguaje artesanal original. Es necesario advertir de la
peligrosidad de circular por este revestimiento para la integridad del mismo y
para evitar accidentes personales.
Respecto al
acceso al “pico” del Águila, aún respetando la opinión del colega Arq. Ciro
Caraballo que recomendó que se impidiera el acceso de público al sector
superior, entiendo que la misma puede ser contemplada permitiendo el acceso de
visitantes en grupos no mayores de cuatro personas por vez. No hay evidencias
palmarias de riesgo potencial, más que unas pequeñas fisuras ya reseñadas en
este informe. Obviamente la prohibición de acceso se encuentra del lado de la
seguridad, pero se impide el acceso y conocimiento de una de las partes más
atractivas del monumento.
En el túnel de
acceso existe un error arquitectónico que consiste en una viga que fue
construida sobre una diferencia de nivel y deja un altura de paso libre de 1,6
mts, esto puede provocar un accidente en un visitante distraído, sería
conveniente colocar un cartel indicando tal circunstancia y algún tipo de
advertencia del tipo banda blanca, adherida al piso, a fin de intentar evitar
graves consecuencias.
También es
necesario advertir que la repartición de la escalera no es la más adecuada (20
x 20) y que se debe transitar por la misma con precaución.
Es necesario
planificar adecuadamente y ejecutar un plan de cartelería que sea amigable con
el paisaje, pero que indique claramente que se trata de una zona en etapa de
recuperación y de las tareas que están estrictamente prohibidas: escalar los
barrancos, acampar, circular con vehículos, transitar sobre el revestimiento
pétreo.
Arq. Walter González López
O.N.G. “El
Águila”
Diciembre 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario